jueves, 30 de junio de 2011

Capítulo 1: La vida en el botón de pausa

Vaya mundo solitario el del escritor. ¿Cómo no puedo escribir durante los últimos ocho meses si mi última creación no la leyó la persona a quién se la dediqué? A veces siento que la manera de ambientar este mundo tan solitario es contar algo que invite a alguien a entrar a mis palabras y entenderme... ¿Qué pasa cuando no hay algo que contar ni alguien a quién invitar? Una vez mi abuelo me enseñó que la mejor manera de olvidar y de conocer mujeres era escribir sobre ellas. Sólo que al final de la historia te enteras el resultado.

Miércoles 10 de Noviembre de 2010 - 06:30 A.M


Me despierto todos los días a la misma hora. Es muy temprano, la alarma tendría que sonar a las siete, sin embargo hace ocho meses que no la escucho sonar. Entro a trabajar a las nueve y tan sólo tengo quince minutos de viaje. ¿Por qué me despierto tan temprano? Porque necesito tiempo para convencerme de que hoy vale la pena levantarse y vivir el día que me tocó. Hace ocho meses que tengo exactamente los mismos días, ¿cómo hace la gente que no tiene sobresaltos en su vida y llevar una rutina sin que eso los ahogue? Tal vez sea que por haber tenido mi época de gloria y que hoy ya no esté, me cuesta aceptar que todo tiene un fin. Es por eso que siento que mi vida está en pausa durante todo este tiempo.
A pesar de que me levanto mucho más temprano de lo que debería y estar tan cerca del trabajo, llego tarde. Me quedo acostado mucho tiempo reflexionando cosas sin ningún tipo de sentido. Busco respuestas donde no las hay y encontrar algo que me de animos para seguir.
Me levanto, escucho algo de buena música. Siempre elijo una banda del día, hoy le toca a Belle & Sebastian. Voy para la cocina y la mesa sigue siempre igual: bollos de papeles y aquel rompecabezas de mil piezas que jamás terminé. Esas malditas piezas están dando vueltas por toda la casa.


No tengo hambre, no voy a desayunar. Veo que se me hace tarde una vez más y decido salir al mundo.
Vivo en pleno microcentro. Día lluvioso, la calle es un caos. Pero yo trabajo para otro lado, eso me hace sentir que siempre tomo distintas decisiones que el resto de las personas. ¿Tan equivocado debo estar? Es decir, para darme cuenta de qué está bien o qué está mal, ¿debo fijarme en las personas que me rodean? ¿Soy el único en el mundo que se siente tan encerrado y frustrado en un mundo en el que no me gusta quién soy y día a día veo que me alejo más de aquello que me gustaría ser? ¿De aquello que alguna vez fui? Odio hablar de mi pasado, pero siento constantemente que es necesario revisarlo una y otra vez para entender qué fue lo que pasó. Sin embargo, hoy viviré el presente.
Otra vez llego tarde al trabajo, entro a las apuradas, muestro el carnet en la puerta del edificio y ficho con la tarjeta magnética. Trabajo en una empresa de Medicina. Paso sin saludar a Ana, la recepcionista.



- ¿Otra vez sin saludar? - Me dice mientras sigo de largo. No le contesto, entro por la puerta donde está mi oficina y me siento lo más rápido posible sin que me vea mi jefe pero...

- ¡Lautaro! - Acá lo tienen, el hijo de puta de mi jefe.

- Buenos días Señor López. ¿Todo bien? - Contesto con un respeto que no le tengo.

- ¿A vos te parece que todo bien? Todos los días tarde. Mirá... ya lo hablamos un par de veces, pero parece que no te funciona mucho la cabeza. Ya hace ocho meses que estás acá. Faltaste un mes entero y se te dejó pasar! A mi me importa un carajo que seas nieto de un escritor famoso. A vos se te terminó la época esa de mierda de escritor famoso, no es algo tuyo, ahora tenes un horario que respetar y acá no tenes ninguna sorpresa. A las nueve acá, a las seis de la tarde salis. No es difícil. ¿Está bien? Si fuese por mi, ya te hubiese rajado a la mierda. Pero lamentablemente a los boludos de ahí arriba parece que les gusta tener a una persona que en algún momento fue "alguien". Dios mio - Comienza a irse y sigue murmurando entre risas - Dios mio...

Viejo pelotudo. No lo soporto. A estas cosas me refería al principio... ¿qué hago en un trabajo que detesto y no me sirve para lo que más quiero? Insisto, desde que entré a este trabajo, dejé de escribir. Prendo la PC y me pongo a trabajar. No es para nada creativo, es algo típico: llenar planillas, algún que otro llamado, mandar mails. Me llega un mail de Ana:

"Lauti, Qúe onda? Ni saludas, ya ni hablas conmigo. Estás bien? Me olvidé de preguntarte qué soñaste anoche"

Ana tiene una pasión por descifrar los sueños de las personas. Antes nos llevabamos muy bien, cuando apenas entré a la empresa. Ella entró una semana antes que yo. La diferencia es que a ella no la basurea nadie como a mi. Contesto el mail:

"Con lo de ayer fui claro, creo... no estoy bien. Quiero volver a mi vida de antes. No me mandes mas mails, tengo que trabajar. Después hablamos"

Me contesta:

"Pero hoy voy a tu casa? Al menos dejame ir a buscar las cosas"

Contesto:

"OK. Hacemos como siempre. A las 18:10 en la esquina y vamos. Chau"

Odio saber qué hora es cuando estoy trabajando. Odio también tener el reloj en la PC, la miro todo el día y un segundo parece una eternidad. Total, sean las diez... o las dieciséis... sigue siendo exactamente lo mismo. Tengo un serio problema con el tema del tiempo.
Luego de un día exactamente igual al de ayer, sólo que Ana ya no está más en mi vida, llegó la hora de irse.
Salgo por la puerta y veo que Ana ya no estaba más en su escritorio. Estaba otra recepcionista, una nueva. Creo que se llama Luz.

Salgo a la calle, llueve más que hoy a la mañana, no paraba de caer agua. Voy para la esquina y ahí estaba Ana, con un paraguas rojo debajo de un techo.

- ¿Para qué te pones abajo del paraguas si estás abajo del techo? - Le pregunto.

- Ahora no te vengas a hacer el simpático. Vamos que no quiero llegar tarde a mi casa - Me dice mientras ve que el semáforo se pone en verde empieza a cruzar la calle.

Tuvimos la suerte de llegar a la parada y que el colectivo esté a punto de salir, lo corremos unos cuantos metros y logramos subir. El colectivo estaba casi vacío, a esta hora nadie va para el centro, sino más bien todos vuelven. El viaje fue muy silencioso, no podía sacar charla con Ana, así que me puse los auriculares y seguí escuchando mi banda del día. Ana en un momento me interrumpe.


- ¿Qué escuchás? - Me pregunta con la intención de aparentar que todo está bien.

- Belle & Sebastian.

- ¿Y esos?

Si hay algo que considero importante en una mujer, son las coincidencias y gustos musicales. Con Ana eso no me pasaba. No sé si es que era motivo para que se termine la cortísima relación de dos semanas o son simplemente excusas para evitar seguir adelante con mi vida. Tanto como en mi trabajo y el amor, siento la vida muy pausada. Como si alguna fuerza (tal vez el poder de un recuerdo) me impidiera moverme para adelante.
A Ana no le contesté. Estaba escuchando el disco "Storytelling" de esta banda. Recuerdo que el cd fue hecho para la banda sonora de una película, con el mismo nombre del disco. La película no la vi nunca, siempre la tuve pendiente en mi estante de discos de música y películas, pero son cosas que me gusta compartir con alguien. Obviamente, esto con Ana, era imposible.
Si hay algo interesante en "Storytelling" es que está dividida en dos partes: Ficción y No-ficción (O realidad). Se plantea una teoría interesante de que para generar ficción necesitamos mucho la realidad en la que vivimos, modificandola y amoldandola a las necesidades de esta ficción, incluso generando cambios en la realidad misma.

- Todavía no me dijiste qué soñaste anoche... - Me dice Ana para volver a intentar a calmar la tensión. Tampoco le contesté.

Llegamos a mi departamento. Empieza a llover aún más, parecía imposible la cantidad de agua. Mientras Ana agarra sus pocas cosas que dejó en el departamento unos días atrás que se había quedado a dormir, yo miraba por la ventana hacia abajo y veía que en la esquina se encontraba una mujer con una valija enorme discutiendo con un hombre. El hombre se sube a un auto y ella se queda gritando abajo de la lluvia mientras él se aleja y dobla al final de la calle. La mujer saca algo de su bolsillo, no llego a distinguir qué, y lo tira a la mitad de la calle.
Me alejo de la ventana y voy hacia la mesa del living donde tengo un cofre donde guardo el porro. Lo abro y veo que no tengo sedas. Aparece Ana que sale de la habitación.

- Listo. Me voy - Dice Ana mientras se va para la puerta.

- Aguanta, te acompaño.

- No, ya es tarde para que te hagas el caballero.

- No me hago el caballero, tengo que comprar sedas. - Mientras pongo "Storytelling" en la PC para dejar de fondo. Siempre me gusta dejar música cuando sé que voy a salir tan sólo un momento.


Ana no me contesta, me mira con cierto desprecio y abre la puerta del departamento para salir.
Una vez en la calle, Ana abre su paraguas y se va caminando, ni me saluda. Veo que la mujer que había visto por la ventana sigue exactamente en el mismo lugar. Voy para la esquina y veo aquel objeto que había tirado en el asfalto, no lo podía distinguir, era un objeto metálico.
El semáforo estaba en rojo, pero como no venía ningún auto, y encima llueve, no me iba a quedar esperando a que se ponga en verde. Además, los autos no van rápido con toda esta lluvia. Empiezo a cruzar mirando para la izquierda y veo que no viene nada, me detengo en la mitad de la calle (a pesar de tanta lluvia) para poder agarrar el objeto, era un reloj, pero tenía la diferencia de que tenía seis agujas, dos para la hora, dos para los minutos y dos para los segundos, aunque sólo tres agujas se movían. Apenas vuelvo a levantar la mirada veo a esta mujer que se viene corriendo hacia mi, choca conmigo y los dos caemos al piso, ella sobre mi. Lo siguiente que veo es un auto pasando a toda velocidad, yo no lo había visto. En ese momento, vi mi vida en tan sólo un instante, como si estuviese por morir, pero esta mujer me acababa de salvar la vida corriendome hacia un costado. ¿Por qué me agaché a buscar esto? No lo sé. Tal vez la intriga.
La mujer y yo nos levantamos rápido y corremos hacia la vereda.

- ¡Tenés que tener más cuidado! - Me dice mi salvadora.

- No lo ví, te juro.

- ¿Para qué te habías agachado?

- Vi un reloj en el piso y lo agarré.

- ¿Un reloj? - Me pregunta sorprendida. ¡Como si no supiese de lo que estaba hablando!

- Sí - No le iba a decir "el que tiraste vos", para no quedar como un psicópata que la estaba espiando desde la ventana de mi casa.

- A verlo... - Me dice sabiendo de qué se trataba, un poco nerviosa.

Miro mis manos y no lo tenía, busco en mis bolsillos y tampoco. Qué extraño.

- No sé donde está, se me habrá caído. - Le contesto mirando hacia el piso para ver si lo podía encontrar.

- Bueno, no importa, ya fue. - Me dice, ahora mucho más relajada.

- Te hago una pregunta...

- Decime.

- ¿Qué hacés en una esquina con toda esta lluvia? ¿No tenés a dónde ir?

- Acabo de tener un quilombo... y no.

No soy muy impulsivo, de hecho, soy muy miedoso, inhibido, cerrado y torpe con las mujeres. Pero:

- ¿Querés venir a mi casa y de ahí podes usar el teléfono?

- Es que no tengo a quién llamar.

- Bueno, al menos sigamos esta conversación donde no llueva. Dale, veni. Te ayudo con tu valija.
La mujer extraña sonríe y y cruzamos para ir a mi edificio. Entramos y toco el botón del ascensor. Una vez ahí:

- Tatiana - Se presenta.

- Lautaro.

- ¡Un gusto! Gracias, en serio.


Antes de entrar al departamento ya se escuchaba la música desde el pasillo. Entramos, voy para el baño y busco un toallón. Se lo llevo a Tatiana para que se seque un poco y voy a bajar un poco el volumen para que pueda usar el teléfono.

- Ahí tenés el teléfono - Le señalo una mesita que está al lado del sillón del living. - ¡A alguien tenés que llamar!

- Gracias, no hace falta que bajes el volúmen. Me encanta Belle & Sebastian.

- ¿En serio? ¿Los conoces? - Le pregunto sorprendido.

- Me encanta.

- Este es uno de mis discos favoritos. Este tema se llama "Fiction".

- No.

- Sí. ¿Cómo no?

- Ese tema, no es "Fiction". Es "Night Walk".

- A ver... - Me acerco hacia la PC para fijarme. - Tenés razón... "Night Walk".

Esto que a mí me está pasando hoy, no es "ficción"... conocí a Tatiana gracias a una "Night Walk". Qué coincidencia. ¿Será tal vez como "Storytelling" que la realidad necesita un poco de ficción y viceversa?


- Mucha gente se los confunde, je. Tiene la misma melodía - Me dice Tatiana, sentada en el sillón admirando la música, ni levantó el teléfono.

Miro hacia la mesa y me percato de que me olvidé de comprar sedas.

- La puta madre - Se me escapa un insulto, no tenía pensado volver a bajar con toda esta lluvia imparable.

- ¿Qué pasa? - Me pregunta Tatiana.

- Nada... que había bajado a comprar algo y se me olvidó por completo.

- ¿Qué?

- No importa... - Me daba verguenza ya hablar con una mujer desconocida, hablar de estos temas en un primer encuentro me resulta aún mucho más incómodo, sin embargo, no podía evitar hablar con ella, como si hubiese química - O sea... no es que no importa, ja. Si importa, sino, no hubiese bajado... ¿no? y no te hubiese conocido y... - yendome por las ramas, poniendome nervioso - bueno, nada, no importa eso. Tenía que comprar sedas.

Tatiana abre su valija y entre ropas se pone a buscar algo.

- Yo tengo - Me dice y me las alcanza. - ¿Fumamos?

- ¿De dónde sos? - Le pregunto asombrado.

Sobre "Tiempos"

No considero ninguno de mis escritos una novela, sino más bien simples relatos. El nombre del blog es porque no encontré la disponibilidad para "Tiempos".

Historia protagonizada por Lautaro Pinedo, un hombre que está cansado de su vida tan básica y sin sobresaltos. Un hombre que tocó el éxito de la fama y del amor en un pasado, es hoy un ser que no puede salir adelante, ya que vive de sus recuerdos de gloria. Su monótona rutina y su manera de ver la vida cambiará con la extraña llegada de una simple desconocida.

Basado en "Los Paranoicos" de G. Medina y en mi vida personal, más revelada y oculta que nunca.
En un momento hablé de un cierre de trilogías. Esta es la tercera vez que escribo una historia.

1) Una historia de amor
2) Crónicas de mis primeras citas
3) Tiempos

Si bien las 3 tocan temas diferentes, quisiera compartir el motivo de por qué hablo de trilogía. Uno cuando crea una historia o ciertos personajes, deja un poco de uno de manera oculta, en "Una historia de amor" me pueden encontrar como una persona enamorada que buscaba a otra. En "Crónicas de mis primeras citas" me río de aquella búsqueda realizada. Y finalmente en "Tiempos" hablo de un pasado, sin nombrarlo, dando por entendido que en tan sólo un segundo las cosas no funcionan como uno espera, y que te puede cambiar la vida en un instante.

Antes de empezar a poner los capítulos, quiero comentar también que empecé a escribir esto en Octubre 2010 y lo abandoné por completo. Durante el mes de Mayo y Junio (2011) me dediqué a terminarla.
Pero acá les voy a dejar la temática que se planteaba en Octubre, que hoy se disolvió por completo, presentando así una nueva historia, de hecho verán que ni se llama de la misma forma:

"El tiempo" es la unión espontánea entre Tomás y Romina. 2 Jóvenes que a pesar de que se conocen hace 3 meses por trabajar en el mismo lugar cruzan palabras recién después de un tiempo.
Esta unión es generada entre estos jóvenes por sus malas experiencias en el amor, filosofía existencialista y bandas pop británicas que sólo llevan a la depresión. Ellos nos demostrarán que el tiempo probablemente no exista bajo ningún tipo de vista, ya que una buena química puede establecer lo que a personas le cuesta años construir.
7 días, 7 bandas, 7 medios de transporte, 7 temas de conversación diferentes sobre teorías temporales partiendo desde la siguiente reflexión:

Cuanto dura el presente?
Si nos ponemos a pensar, no dura nada. Esto abre paso a un problema muy grande, ya que en realidad si el presente no dura ni un segundo, el presente no existe. Entonces el punto siguiente es: si el presente no existe, el pasado y el futuro tampoco. ¿Realmente el tiempo existe o es algo subjetivo? ¿Hay una línea temporal? ¿Hay un espacio? ¿O realmente es existir en la nada? Todo es un engaño de nuestra memoria. ¿Podemos afirmar que todo y nada son necesarias para la existencia del hombre? Yo creía que en el mundo se existía espacial y temporalmente, hasta que conocí a Romina. Una mujer peligrosa con unas ideas bastante particulares sobre el tiempo.